Capítulo 61

Salvador arrastró a Lorena hacia afuera de un tirón, ordenando a los guardaespaldas que la vigilaran estrechamente, y luego regresó al salón privado para dar instrucciones. —Mamá, ella ha estado de mal humor estos días. No le hagas caso, supón que está loca. Isabella estaba apoyada en la mesa cercana, con una mano en la frente, como si le doliera la cabeza de la rabia, estaba tan molesta que ni siquiera pudo decir una palabra. Salvador tampoco tenía ganas de hablar más, salió del salón privado, tomó a Lorena y la llevó hacia el fondo del pasillo. Ella intentó zafarse de su agarre, pero su fuerza era demasiado grande, sentía que la piel y la carne de su muñeca estaban a punto de desgarrarse. Ese local era uno de los más prestigiosos de Altoviento, de muy alto nivel, y los baños eran amplios y limpios. Salvador la empujó sin miramientos hacia uno de los cubículos del baño. Ella estaba a punto de insultarlo, pero él le sujetó la mandíbula. Sus dedos se colocaron entre sus dientes superior