Capítulo 30 Tomar una decisión
Cuando sonó el teléfono, Mariana aún dormía profundamente.
Pero quizá por la costumbre adquirida en estos tres años, bastó con que el celular de Enrique vibrara una sola vez para que Mariana despertara de golpe.
Cuando abrió los ojos, Enrique ya se había incorporado para contestar la llamada.
Casi por instinto, Mariana extendió la mano y lo sujetó.
El impulso fue tan brusco que ella misma tuvo que incorporarse.
La sábana se deslizó, dejando al descubierto su piel clara.
Enrique se volvió a mirarla, deteniéndose un instante.
Mariana apretó aún más su agarre y, con la voz ronca, preguntó: —¿Podrías no contestar?
A esa hora, Mariana no necesitaba imaginar quién estaba llamando.
Era la primera vez que le hacía una petición así a Enrique.
Tal vez fue la forma en que él la defendió ese día lo que le dio valor, o quizá fue la pregunta de Pablo la que la impulsó a reflexionar.
Al final, Mariana sabía que debía tomar una decisión.
Si... Si Enrique podía dejar atrás lo de Cecilia, ¿no podrían el

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