Capítulo 1049

León apretaba con fuerza la copa entre las manos, sin pronunciar palabra. Tras la partida de Silvio, miró a la persona a su lado y ordenó: —A partir de ahora, vigílenlo. —Está bien. Dentro de la habitación, León mantenía los ojos cerrados. Ya no podía esperar más. Debía encontrar una oportunidad para escapar de la familia Hernández cuanto antes y, además, asegurarse de que Silvio no albergara más sospechas. Tras reflexionar un momento, comprendió que solo le quedaba una opción, desaparecer sin dejar rastro. Pero el medallón que su abuela le había dado seguía en aquella habitación. En ese instante comprendió con claridad que Silvio ordenaría registrarlo todo, por lo que había arrojado el medallón en un rincón. Ese escondite era muy discreto; a menos que destruyeran la cama, no sería fácil hallarlo. Silvio era un hombre extremadamente suspicaz. Probablemente ya había ordenado que rodearan la habitación en la que vivía su abuela y que nadie, excepto él, pudiera entrar. León llevaba dos dí