Capítulo 68
Aunque la imagen duró apenas unos segundos, María alcanzó a ver con claridad la preocupación en los ojos de Diego.
—Así que... Realmente fue a verla —murmuró, con un dejo de amargura en su tono.
En realidad, ella tampoco entendía qué le pasaba.
Ellos se habían casado de manera apresurada, cada uno por sus propias necesidades, ¿entonces por qué se hacía estas ideas?
En ese momento, Diego salió de la cocina con dos platos en las manos, interrumpiendo sus pensamientos.
—Marí, ya está la cena —dijo sonriendo mientras colocaba los platos sobre la mesa.
María se levantó y fue a sentarse.
Encima había un cuenco humeante de gazpacho, además de dos platillos de aspecto delicioso: pulpo y croquetas.
La destreza culinaria de Diego siempre había sido buena.
Las porciones no eran muy grandes, pero suficientes para ambos.
Y, lo más importante, eran justo los platos que a María más le gustaban.
De pronto sintió cómo su corazón volvía a acelerarse.
—Prueba este gazpacho. Le añadí un poco de vegetales,

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