Capítulo 21

Isabela se volvió despacio. A tres pasos estaba Andrés, con el uniforme arrugado y ojeras tan profundas que era evidente que llevaba mucho tiempo sin dormir. Su mirada permanecía fija en ella, cargada de una alegría casi frenética. —Eres tú de verdad. —Dijo Andrés con la voz temblorosa, sin parpadear. —Me dijeron que habías vuelto y no lo creí. Se lanzó hacia ella y le sujetó la mano con fuerza: —¿Dónde estuviste todo este tiempo? ¿Por qué te divorciaste de mí? —Nada de eso importa. Lo importante es que regresaste. —Tú sigues amándome, ¿cierto? Por eso volviste aquí. La reacción de Isabela no tuvo nada que ver con lo que él esperaba. Al verlo, su expresión era completamente fría. Cuando él se acercó, aquella frialdad se transformó en repulsión. Ella le apartó la mano con brusquedad y frunció el ceño: —Suéltame. Andrés la aferró más fuerte, intentando sonar complaciente: —Yo sé que me equivoqué. Lo sé de verdad. —Perdóname por cómo te traté antes. Y yo también te perdono por haberte ido